Muchas historias empiezan así… Diré
que al final de todo “estoy bien”.
El último día de vacaciones, cuando volvíamos a casa, perdí el teléfono en
un descuido. Cuando me di cuenta ya era tarde para volver.
Muchas cosas pasan así, cuando te das cuenta, ya es tarde, sin embargo para
mí fue un nuevo comienzo. Cerrar la puerta a esas cosas que no tienen
importancia y entender que todo es más simple de lo que parece.
Esta certeza forma parte de mi “ADN” pero en ocasiones ese “ADN” por
llamarlo de alguna manera, se desdobla y enloquece. Necesité vacaciones para
situarlo, para re enlazarlo…
Antes de marchar llevaba un ritmo frenético de vida, el sistema entre ser
madre, pareja, amiga, emprendedora, etc… me colapsó.
En el silencio de mis palabras, con una sonrisa por mascara, reconocía mis
flaquezas, mis puntos negros, que emergían como producto de un cansancio
acumulado. Mientras mi lucha interna de esa parte consiente que sabe que todo
es más simple, intentaba salir a flote como un náufrago a la deriva…
Necesitaba descansar, observar…
Si! Al final los “sacrificios” tienen su recompensa y mientras lo vives,
también lo sufres… dejé de saborear los momentos por convertirlos en prisas, en
acciones, hechos… y esa fuerza que flota, que no tiene forma, pero que se
siente, se diluía en el aire…
La esperadas vacaciones…
Preparé maletas y…
…marché a sola con mis peques, a un lugar mágico (al menos para mí lo fue).
Un lugar silencioso, tranquilo, solitario…
A través de la página de mammaproof conseguí un lugar donde escaparnos… un
albergue en medio de la Vall de Lord (les cases altes de posadas), solitario, lleno de cosas sencillas y
simples…
...con una luz bonita que se
filtraba por los rincones, jugando entre
las telarañas y partículas en suspensión...
Con un silencio que juega con el viento y el sonido de las abejas... El
olor a campo, a montañas con formas de gigantes dormidos... Nubes con formas de
dragones...
Y nosotros a nuestro ritmo... sin agujas de reloj que nos marcaran
el tiempo para observar, leer, jugar,
divertirnos…
Nuestros días se pasaron en conocer la zona y cada día fue una aventura
distinta. Para mi fortuna y sorpresa, habían cosas para hacer junto a los
peques y lo mejor de todo!, estábamos lejos de la masificación de los “intensos”
lugares turísticos… en el Port del Comte los peques disfrutaron hasta el "aburrimiento"
El pueblo de Sant Llorenç de Morunys estaba cerca de nuestro albergue, así
que prácticamente lo visitamos cada día. En la misma zona en el lago, nos
aventuramos con un caiac.
a jugar tirando piedras en el agua, a dejarnos mojar y buscar formas a las nubes...
Fueron unos días maravilloso a sola con ellos...
Desde luego los niños extrañaron su casa, nuestro núcleo familiar, ya que papá estaba trabajando... y aunque los dos primeros días querían volver, el tercer día protestaban porque no querían marchar...
y quien quiere marchar después de tanto "caprichos"
Si jugaron hasta acabar extenuados... mientras yo me robaba sus caritas sonrientes para dejármelas para el recuerdo...
y para acabar nuestro periplo, fuimos a conocer Solsona un pueblo un lugar apacible con rincones muy bonitos...
y fue entonces cuando recordé, que prácticamente no tenía fotos junto a ellos de esos días tan inolvidables...