Despertamos en una habitación cuyos muebles eran del siglo pasado, un armario de caoba tipo “Luis XV”, una cama de patas anchas y respaldar muy elaborado… muebles como de la época de mi abuela… la habitación espaciosa, poca luz, con aire acondicionado, tele y baño hasta con agua caliente. Salimos y Ana (la dueña de la casa) ya nos esperaba con el desayuno, un gran plato de frutas tropicales (uhmmm) un poco de pan, mantequilla, mermelada de la casa, huevos, café con leche y zumo (jugo) natural, verdaderamente muy bien para empezar el día…

Aquel día nos fuimos caminando entre las calles de la Habana Centro hasta llegar a la zona del Capitolio para empezar nuestras visitas del día.
Dentro se encuentra el punto cero desde donde se inicia el recuento de las carreteras del país, está representado por un diamante cuyo original está altamente custodiado.
Aquel edificio se mostró ante nuestros ojos con el esplendor de una Cuba pudiente, de aquellos años en los que se podía llegar a tener mármol italiano, paredes de oro, muebles de caoba y más… sorprendentemente los suelos de mármol relucientes en los que se reflejaban los labrados frisos y techos podían parecer cualquier palacio francés. Actualmente el Capitolio solo está destinado para uso turístico.
Una de las cosas que sorprende es que en Cuba no hay marcas, no hay anuncios de Coca Cola, o Cervezas o cualquier producto, el marketing que hay es el de la Revolución… Las tiendas son sencillas, sin embargo la ropa no está fuera de moda y por sobre todo sorprende que durante la noche los cubanos van de punta en blanco con sus mejores “pintas”. Las mujeres muy coquetas tienen un contoneo muy particular que evidentemente se destaca aún más mientras les ves bailar. Sorprendentemente tampoco se ven mendigos en las calles, gente descalza o pidiendo dinero, siempre ofrecen un servicio, o bien te cantan, o te recitan un poema, o bailan todo a cambio de propina… como sonrías un poco no te los quitas de encima en todo el día… mi primera impresión sobre la gente fue: “mientras no quieran venderte nada, son gente maravillosa, de lo contrario pueden ser la peor pesadilla”
Los edificios de la Calle Obispo han sido restaurados hace muy poco, es una zona de edificios históricos con diferentes tipos de Museos a visitar.

Dejándonos perder por las calles de la Habana vieja, llegamos a la famosa Bodeguita del Medio en la que te cobran un “ojo de la cara” cualquier bebida que al lado se consigue por la mitad.

La plaza de la Catedral es un lugar mágico, con mesitas en las terrazas y edificios coloniales con balcones de hierro forjado, todos mirando hacia la fachada barroca de la Catedral.

Cuando miramos hacia el cielo, las nubes empezaban a tornarse gris, sin embargo nos seguimos dejando perder entre las callejuelas hasta llegar a la Floridita, el bar en el que el célebre escritor norteamericano premio Nobel de Literatura Ernest Hemingway pasaba horas disfrutando de sus famosos daiquirí, así que por que no disfrutar de uno?, nosotros también...
4 comentarios:
qué bueno el daikiri, no, allí en la Floridita! desde luego lo del coche no hay derecho, pero me imagino que os visteis impotentes... y vaya tromba de agua! bueno, a ver la tercera parte, en coche :). Un beso!
Por dios, Cuba siemrpe ha sido un destino muy apetecible, y después de lo que me cuentas mas! ajajajajaj
Besicos
Veo que, sensaciones a tope, buenas y no tanto... qué mal te queda el cuerpo cuando ves que te ha engañado!!... y ahora justo nos dejas en plena tormenta!!
Suerte que he disfrutado mucho con las imágenes del paseo anterior!!
Un abrazo.
Será mejor que ahorre mis comentarios sobre la envidia que me das... :)
Por dios, tengo que ir a Cuba!!!
Besicos
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