Lenguaje de viajando conmigo

Siempre me ha gustado el lenguaje de la palabra escrita, de las imágenes que rondan el mundo en silencio, del amor que se expresa con dulzura, de los pinceles que difuminan colores a través de las almas, de las sensaciones de los olores cuando se cierran los ojos, del roce de la persona amada… Viajando conmigo es una bitácora por el mundo de mis sensaciones… me acompañas?

Solo puedo decir que cada nuevo destino con billete de vuelta, me enseña un pedazo de mi que desconocía.


Catuaro

Parece que ahora si llegó el Otoño, se siente ese frío que se cuela entre huesos, amanece cada vez más tarde y la mañana me regala un universo de magentas entre las nubes… que se van difuminando hasta convertirse en grises, morados, naranjas indicando que el día anterior fue un día de lluvia… y entonces recuerdo las lluvias torrenciales de ese clima tropical de mi tierra…
Volví a dejarme mojar por sus lluvias torrenciales en la noche en que volvimos de comer con la familia, salí como niña descalza a las calle de mi vieja casa a dejarme empapar por la vida…
Al día siguiente partiríamos al pueblo de mi Madre, Catuaro, un pequeño pueblo perdido entre las montañas del estado Sucre, cuya Iglesia Colonial en ruinas data de 1766.
Catuaro a través de una flor Catuaro
Campanario de Catuaro Herida en el campanario
En aquel poblado fundado por los frailes capuchinos Aragoneses en 1689, trascurrieron algunas de mis vacaciones de infancia y adolescencia, junto a mis primos, hermanos y parientes… aquel lugar está lleno de familia… todos de alguna manera tenemos algún parentesco.


Podría escribir una novela interminable de la cantidad de primos, sobrinos, abuelos y tíos abuelos que hay por aquellas regiones, podría ser 100 años de soledad donde los nombre van pasando de generación en generación y nadie sabe a que generación pertenece… un pueblo cuyo encanto radica en la gente…
A nivel de Arquitectura es un pueblo abandonado, con huecos en sus calles y con un trasporte público exento de comodidades, horarios y destino fijo… sin embargo y a pesar de la soledad, calma y tranquilidad que respira, sus calles no dejan de vestirse de colores muy luminosos como reflejo de la alegría de su gente…


Todos sonríen, bromean y te abrazan, todos te invitan a comer y se alegran de verte volver… sus abrazos fuertes, se quedan marcados en el alma… esa alma que jugó de niña y adolescente entre sus calles…
El Pueblo es una simple manzana, que con los años se ha ido vaciando de abuelos… los famosos y queridos abuelos que han marchado por las nubes del mismo valle y los que sus hijos se han llevado a las ciudades para cuidarles… o los que se han quedado y ya casi no tienen memoria…
Quedan pocos que puedan contar esas largas historias… llegan nuevas generaciones que solo visitan el pueblo durante el fin de semana, y entonces aquel paraíso de silencio y tranquilidad semanal, se convierte en fiesta y alegría de niños correteando por las calles en sábados y domingos, se encienden las músicas para que se escuche hasta lo más alto de las montañas, y si hay alguna celebración, como fue el caso de nuestra visita en aquella ocasión, pueden pasar toda la noche tirando cohetes sin parar…
Es un pueblo que pasa de la calma al desorden en cuestión de un segundo… y aunque muchas veces no hay agua y también se va la luz, contratiempos “importantes” para cuando hay invitados, particularmente me quedo con el amor a los recuerdos que llevo dentro, cuando estuve en sus calles y aquella vieja casa de bahareque y techos altos que acogió a mi abuela en la crianza de sus hijos.
En aquellos días en el pueblo de mi madre, después de 18 años volví al caminar entre las piedras del río…

lleno de mariposas, libélulas y hermosas miniaturas que no olvidé fotografiar…

miniaturas de la naturaleza Detalles entre el rio camino del rio
También celebraban la fiesta de la Virgen del Valle y la sacaron a pasear por sus calles, se celebró una misa que se llenó de feligreses…



La siguiente parada será Mochima.

Días en mi ciudad

El segundo día de nuestra llegada evidentemente no había mucho por hacer, solo descansar después de casi 20 horas de viaje, entre esperas, trasbordo y demás han pasado un montón de horas hasta llegar a casa, así que aquel día no salimos para ningún lado, también moverte un poco, con el calor abrasador de mi ciudad, era bañarse de sudor y la verdad que no apetecía.
En casa y “para molestia del planeta” en todas las habitaciones, incluso la sala, hay aire acondicionado, así que moverse por aquellos lados es como estar dentro de una nevera y cuando pasas el umbral de la “nevera” es como si pasas directamente al desierto (jajajaja es una forma de “graficar” la sensación de temperatura). Aquel día mientras el cuerpo se aclimataba, nos quedamos dentro de la “nevera”…
Yo pasé horas escaneando viejas fotografías y disfrutando de la cocinita de mi sobrina, sus bailes, teatros y demás… con aquella niña y mi otra sobrina la más grandecita, no había quien se aburriese…


En la noche el hogar se me lleno de gente, entre primos, primitos, amigas e hijos de mis amigas… por mi casa había un desfile de niños que por estos lado no se acostumbra a ver, era divertido verles socializar y jugar en un mundo tan aparte del de los adultos.
Hubiese querido partirme en 20, no disfruté al máximo de la gente… sus compañías y mi visita fue como un pequeño suspiro… sin embargo agradezco los abrazos, esos eternos “amapuches” que trasmiten calor, amor, infinita amistad… con ellos me quedo y esas miradas de alegría al reencontrarnos.
Al día siguiente después del descanso, vino la comida familiar, nos reunimos en la finca de uno de mis tíos a comer “sanccocho de cruzado” y “carne en vara”. Para continuar con la “racha” de la luz, aquel día se fue la luz en la zona, por lo cual la bomba de agua se había dañado, así que “ni luz, ni agua” (jajajaja). Menos mal que el carácter del venezolano es bastante jovial y este tipo de circunstancias dan pié para bromas, chistes y demás… menos mal que mi familia es como es y estas cosas se convierten en fiesta y en el popular dicho “mejor está lo que sucede”.
A pesar de aquello “pequeños” inconvenientes, los planes no se fueron abajo, todo lo contrario, a medida que iba bajando la tarde, aquel lugar se llenaba de gente.
Mientras yo me deleitaba buscando libélulas, los hombres preparaban el sancocho y la carne en vara.

Libélula magenta





Una vez listo todo, la verdad que comer por aquellos lados es bastante informal, no nos sentábamos todos a la mesa al mismo tiempo, como se hace en estos lados, sino que íbamos comiendo según se iba desocupando la mesa, los platos y cubiertos, la verdad que las reuniones suelen ser bastante grandes, y no obstante nunca se termina de saber cuantas personas se presentaran, el sistema es correr la voz y hacer suficiente comida para que sobre y nunca falte.


Después de comer, picar y más picar, mientras los niños jugaban en los columpios



y otros caminábamos por los alrededores y compartíamos con la familia… se nos hizo la tarde, dimos una vuelta por la finca para ver el ganado


y disfrutar de la llanura y atardecer de esas tierras que me cobijaron por largos 27 años.

Primer aniversario

Llegó el aniversario de nuestro primer año de boda, y no tuve tiempo de hacer ninguna entrada en el blog, pero por allí dicen que más vale tarde que nunca… así que les dejo un pedacillo de video… bastante especial…

A estas alturas, el matrimonio no nos ha cambiado en nada, seguimos siendo los mismos enamorados… con menos tiempo, pero enamorados ;-)

Limpiando el hogar y recordando

Llegó el viernes y me dediqué a poner las cosas en orden. Para trabajar bien necesito poner las cosas en su sitio, así que llegué a casa después de una semana llena de cambios (que contaré más adelante) y puse manos a la obra. Compré portarretratos, imprimí una fotografía de mi familia y la puse en el salón, desempaqué la ropa e hice una lavadora, aquel ritual era como una limpieza de mi propia vida… así abrí nuevamente las puertas de esta vida en Barcelona colocando todo en su justo lugar.
Desde hace mucho tiempo ando gestionando la homologación de mi titulo de Arquitecta en este país, y al parecer ha sido una amena de manzana de la discordia en mi vida… al final de una historia que viene de hace cinco años de gestiones, preguntas, averiguaciones, papeleos, documento que faltan, que sobran, que esperan… al final me toca estudiar… y justo comienzo este año.
Así que no me basta con el taller de pintura, el gimnasio, el trabajo que no quiero dejar, la fotografía, los blog, el flirck y mil aficiones más para meterme en este embrollo… en principio intentaré seguir compaginando estas cosas, tal vez no con la misma frecuencia, pero lo intentaré…
Escribir me ayuda a drenar, a fluir, a entenderme y comprender lo que veo y dejo de ver…

Una vez contado esto puedo hablarles de mi vuelta a Venezuela.
Después de dos años de no sentir el calor de mi tierra él y yo aprovechamos un golpe de suerte en una oferta de billetes económicos en el mes de septiembre, en vista de ello incitamos a sus padres que nos acompañasen y así cruzasen el “charco” por primera vez junto a nosotros.
Siempre viajamos con mochila e intentamos no facturar. Para tan solo nueve días con un clima de verano, no había mucho que llevar, así que sus padres llevaron un par de maletas de mano que nos evitó la facturación. Llegados a Caracas como siempre el vuelo hacia mi ciudad (Maturín) se retraso una hora, así que después de muchas horas de vuelo nos tocaba esperar aún más.
Cuando llegamos a mi ciudad nos esperaban con flores los niños de mi familia, a mi me las entregó una niña que me roba el corazón con su sonrisa, mi sobrina, es un “bicho” capaz de enamorar a cualquiera que la vea sonreír, se despierta sonriendo, se duerme sonriendo y lo más bonito es que se manifiesta abiertamente al mundo diciendo “mami soy feliz”... y cuando la escucho pronunciar esas palabras mientras le brillan los ojos y esboza una sonrisa se me llena el alma pensando “es que no necesito nada más”.
Mientra le decía" modela mami, modela", ella me regalaba esta pose de súper modelo
Después del inmenso abrazo de mi madre que tanto anhelaba y todos los que esperaban son alegría nuestra llegada, nos dimos cuenta que la ciudad nos espera a oscuras, se había ido la luz hacía dos horas, cosa común en Venezuela, puesto que actualmente están sufriendo desordenes en el sistema eléctrico de diferentes ciudades y según pude entender afecta sobre todo a mi zona. Así que aquello solo era un abreboca de bienvenida para mis suegros a sur America. Yo estaba feliz se podían ver perfectamente las estrellas...

Deshacer la mochila

He puesto un poco de música; libre de Jarabe de palo y la Mari de Chambao, es una música que me relaja y con la que me identifico tal vez por el símbolo de libertad del ser interior…
He interrumpido el ritmo de trabajo para escuchar esta música y escribir, si no lo hago puede ser que de pronto me encuentren “autista” frente al ordenador ;-) .
Aún no he desecho la mochila… siempre que llego de viaje, por muy cansado que sea, es lo primero que hago al llegar a casa, seguido de meter la ropa sucia en el bote o directamente a la lavadora, guardar las cositas del neceser y colgar el imán del respectivo lugar que visito… llegué el domingo y a penas esta mañana colgué el imán en la nevera, imagino que la mochila la desharé el fin de semana… y mientras pienso en deshacerla se me cristalizan los ojos, tal vez dejarla armada es un símbolo interno de pensar que aún estoy en mi tierra, tal vez mi alma aún no ha llegado… como siempre se queda una inmensa parte de mi en aquel lugar, mi amada Venezuela.
Llegué y la vida se me hace un torbellino de actividades que no me dejan siquiera respirar. Ahora, si!, ahora estoy respirando a través de estas líneas y me doy tiempo para dejar caer las lagrimas que hasta ahora no encontraba “tiempo y espacio” para liberar… supongo que después de este respiro podré deshacer la mochila y asumir nuevamente esta vida que tengo de este lado y que también amo…

Mariposa naranja

A veces quisiera ser mariposa y posarme en las sonrisas de los míos y distraer sus miradas revoloteando en el aire.

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