Salí con paso apurado dándome cuenta que podía llegar tarde a la cita, tenía que deshacerme de ella de una vez por todas, sabía que mi vida continuaría tranquila con su ausencia…
Al llegar a la entrada, el suelo estaba recubierto de cartón, hacían reformas, el hombre que colocaba el mármol en los escalones de entrada, subió la mirada mientras yo pisaba el botón del ascensor.
Al subir, el sonido al otro lado de la puerta del resonar del timbre abrió el espacio, era diáfano, limpio, y el techo era de color azul celeste, quizá imitando el cielo de los días despejados, la temperatura era perfecta ante el calor despampanante que hay en estos días de verano. En mi espera música de fondo, la melodía se vio interrumpida por una voz que pronunciaba mi nombre…
Me hicieron colocarme una ropa de color verde con gorro y todo incluido, me sentaron en la silla reclinable y el medico dijo: “esto dolerá un poco”. De pronto un pinchazo y dos y tres. Cuando ya mis encías estaban aparentemente dormidas empezó a sonar agudamente una especie de taladro bucal que ensordecía los sentidos mientras apretaba mis tensas manos. Sin darme cuanta todo había acabado… estaba lista podía irme a casa, ya no tenía aquella muela fracturada que no cumplía ninguna función en mi boca…
Cuanto tiempo tardamos para deshacernos de algo que no sirve… y es tan simple… de haberlo sabido antes no tardo tanto en venir.
Al llegar a la entrada, el suelo estaba recubierto de cartón, hacían reformas, el hombre que colocaba el mármol en los escalones de entrada, subió la mirada mientras yo pisaba el botón del ascensor.
Al subir, el sonido al otro lado de la puerta del resonar del timbre abrió el espacio, era diáfano, limpio, y el techo era de color azul celeste, quizá imitando el cielo de los días despejados, la temperatura era perfecta ante el calor despampanante que hay en estos días de verano. En mi espera música de fondo, la melodía se vio interrumpida por una voz que pronunciaba mi nombre…
Me hicieron colocarme una ropa de color verde con gorro y todo incluido, me sentaron en la silla reclinable y el medico dijo: “esto dolerá un poco”. De pronto un pinchazo y dos y tres. Cuando ya mis encías estaban aparentemente dormidas empezó a sonar agudamente una especie de taladro bucal que ensordecía los sentidos mientras apretaba mis tensas manos. Sin darme cuanta todo había acabado… estaba lista podía irme a casa, ya no tenía aquella muela fracturada que no cumplía ninguna función en mi boca…
Cuanto tiempo tardamos para deshacernos de algo que no sirve… y es tan simple… de haberlo sabido antes no tardo tanto en venir.
1 comentario:
Hay que mentalizarse muy bien antes de atreverte a pisar la consulta de un dentista. Eso o tomarte unos cuantos chupitos, jeje.
Lo importante es que lo peor ya ha pasado.
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