Lenguaje de viajando conmigo

Siempre me ha gustado el lenguaje de la palabra escrita, de las imágenes que rondan el mundo en silencio, del amor que se expresa con dulzura, de los pinceles que difuminan colores a través de las almas, de las sensaciones de los olores cuando se cierran los ojos, del roce de la persona amada… Viajando conmigo es una bitácora por el mundo de mis sensaciones… me acompañas?

Solo puedo decir que cada nuevo destino con billete de vuelta, me enseña un pedazo de mi que desconocía.


Sabores inolvidables

Había solo una calle para llegar hasta su casa. Por mi tamaño quizá el recorrido era más grande de lo que pueda parecer ahora. Si cierro mis ojos aún me veo corriendo descalza mientras me colaba por el espacio que quedaba entre el suelo y la puerta trasera de casa y entonces emprendía con el corazón en la mano una huida inocente de lo que seguro era un regaño. No recuerdo el delito, solo recuerdo que sus brazos y dulzura siempre protegían… al llegar al porche entraba volando por la puerta principal e iba directo a su habitación y como una veloz liebre me colaba hasta llegar debajo de la cama. Mientras el corazón saltaba por el miedo de un posible castigo, mí mirada solo observaba vacío.
En segundos las voces de las otras dos protagonistas, mi madre y mi abuela (mamá Juana, así solíamos llamarle).
- No has visto a Nany
- No, ella no ha venido por aquí.
Temiendo que mi madre agachase la cabeza y me viera debajo, yo intentaba sobre todo escuchar sigilosamente aquel dialogo, había algunos silencios. Imagino que en los mutismos mi madre sabía que estaba debajo, puesto que siempre recorría al mismo lugar.
Cuando la tempestad pasaba, yo salía discretamente de debajo de aquel refugio y “mamá Juana” me decía:
- Ya se fue.
Entonces con la descalces de la inocencia mi abuela me ponía a hacer tareas domesticas. En su casa tenía un patio muy grande, tenía hasta una colina que llamábamos entre los primos “la colina de Heidi” sobre todo me gustaba arrojarle maíz a los pollos mientras emitía aquel agudo sonido que ella misma me había enseñado. Entre tanto y yo me distraía con aquellos animalitos, en su vieja cocina de gas mi abuela preparaba “avena”. Era la merienda con la que me premiaba cada tarde. Tanto sabía que me gustaba que cuando me hice adolescente y ya no pasaba con la misma frecuencia por su casa, era ella la que a paso lento con un tazón de cerámica que asemejaba un barril de madera, me llevaba aquel dulce sabor hasta casa. Y cuando llegaba del colegio allí estaba mi premio. Tengo el recuerdo de su sabor nunca más encontrado.
Algunas veces cuando llueve inconcientemente me apetece avena y entonces la preparo, pero nunca como ella. Y entonces le recuerdo, inocente, traviesa y dulce con sus nietos, con esas batas de medio luto tan gastaditas que se suavizaban como la piel de una rosa. Un luto que prodigaba desde antes de conocerla y que solían llevar todas las mujeres de su época. Un luto inacabable por la muerte de un marido, de un hijo o de algún pariente.
Pero el luto no le impedía ser traviesa y tremenda... todos por la calle le querían y le llamaban “mamá Juana”. Siempre tenía comida para quien llegaba, cobija para quien necesitara… y hasta un rocío de agua para quienes pasaban por el frente de su casa mientras ella regaba sus plantas!!!... jajajaja
Era divertida creo que tuvo suerte al final de su camino, tuvo una vejez llena de hijos y nietos que le cuidaron hasta su último de sus días.

3 comentarios:

Nosotras mismas dijo...

Las abuelas tienen las canas de la sabiduría y las arrugas del afecto.

Besos.

Anónimo dijo...

Yo recuerdo a mi abuela regañando a mi abuelo porque siempre que venían visitas no paraba de contar chistes o deleitarnos con algún disfraz casero. "¿Es que no puedes comportante?". Pero yo le descubría una media sonrisa en la reprimenda. ¡Vaya par!

Les echo mucho de menos.

Vigdalia (La Flaca) dijo...

En mi casa cuando recordamos a la ¨abuela Juana¨, como le llamamos nosotras, es por la infaltable taza de avena que nos servía en cada ocasión de nuestras visitas a su casa, además de recordarla por sus locas ocurrencias, siempre insistía que la avena en hojuelas preparada en forma de alimento, servía para engordar y hacer crecer, jajaja... sabias palabras

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