Aquel día el despertador sonó a las 6 de la mañana, la moqueta del “súper hotel” me ocasionó alergia por lo cual estaba loca de ducharme y salir corriendo de la habitación, a parte que nos esperaba una cola para visitar
el Reichstag. Llegados al lugar veinte minutos antes de la apertura de puertas (abren a las 8 de la mañana) Aún sin desayunar entramos y lo mejor de todo es que es “gratis”, subimos en el primer grupo y me dediqué a disfrutar de aquella maravillosa arquitectura.
Tras la salida, el desayuno y una vez más al
memorial al Holocausto (soy monotemática) para volver a perderme entres sus bloques de hormigón, sin embargo debíamos continuar puesto que el día prometía muchas actividades, así que enfilamos hacia Unter Den Linden, que no es más que un paseo lleno de tiendas que se despliega bajo los árboles de té.
Con la guía comprada por Internet (
play&tour) nos íbamos enterando de cuanto edificio, barrio e iglesia singular se nos cruzaba por el camino.
Así llegamos la
Bebel Platz que a pesar de ser una plaza seca y en cuyo alrededor están dispuestos edificios de gran relevancia, se le conoce por un episodio histórico protagonizado por los nazis en 1933, en el cual hicieron una gran fogata con unos
20.000 libros que se consideraban subversivos y en su mayoría escritos por judíos. A través de un vidrio dispuesto en el suelo, se puede ver una habitación con estanterías vacías en símbolo de aquel atentado a la cultura.

Muy cerca está el edificio
Neue Wache de arquitectura Neoclásica, pero lo más interesante está en su interior, allí en medio reposa una escultura titulada “madre con su hijo muerto” o la Piedad, está justo debajo de un orificio en el techo, expuesta a la lluvia, la nieve y al sol, simbolizando el sufrimiento de los civiles durante la guerra. Es una imagen absolutamente sobrecogedora.

Después de tantos edificios que remueven la conciencia y te hacen querer indagar más sobre la historia se nos cruzó el museo egipcio, mientras la guía comentaba que dentro estaba la
Nefertiti, yo enloquecía por entrar…
Sin dudarlo dos veces, ascendimos por las escaleras en busca del arte egipcio. Es impresionante la colección que tienen los alemanes, desde pequeñas maquetas, joyas hasta grandes estatuas de las diferentes épocas de Egipto.