Cuando me planteé ir a Cuba, me lo hice como un viaje de aventura y no de unas vacaciones paradisíacas en medio de complejos hoteleros y un mar azul, mi intención desde el primer momento fue conocer desde dentro a su gente…
Cuando empezamos a mirar vuelos (con mucho tiempo de antelación) mirábamos paquete de ocho días en el que ofrecían a Varadero y la Habana por cantidades exorbitantes y en el que solo me ofrecían dos sitios para conocer, mientras mi curiosidad iba más allá de dos lugares…
Así que por un tiempo con una guía en mano e Internet, nos fuimos montando aquel viaje. Lo primero fue el billete que lo conseguimos a muy buen precio en la pagina de Terminala, luego un coche que contratamos desde aquí y por último tres guías, si, así como leen, tres!!... cada una tenía su punto de vista y no tenía intenciones de perderme ninguno!.
Así como tres guías éramos tres tripulantes para esta aventura… mi compañero de viaje, una amiga del trabajo y yo.
Meses previos a la partida, varios conocidos nos hablaban de que en Cuba muchos cubanos tenían habitaciones que alquilaban, así que conseguimos un contacto para nuestras primeras dos noches en la Habana, las siguientes noches eran parte de la aventura…
En el avión conocimos una chica cubana, muy divertida por cierto, que nos dió varias indicaciones, entre ellas puedo citar:
-“no mi amor, yo que tu cojo a mi marido muy bien de la mano por que las cubanas son peligrosas”
- “los cubanos son maravillosos, pero mucho cuidado que hay mucho jinetero suelto!”
Con estas indicaciones solo me quedé con la primera… jajajaja… es broma.
Tras catorce horas de viaje y sin dormir nada… llegamos a la Habana con la dirección de aquella señora que nos acogería en su casa, tocamos su puerta y lo único que sonaba al otro era una escandalosa perrita que avisaba que había visitantes…
Estábamos en la Habana centro, en una calle cuyo pavimento estaba en un estado deplorable, los edificios sin pintar y un calor aterrador. Los vecinos salían a mirar a través de las ventanas destruidas, curioseando sobre los nuevos inquilinos, la calle estaba un poco desolada, tres mochilas con nuestras ropas y otra maleta con ropa y zapatos para regalar… de pronto una señora nos dijo que la dueña de aquel lugar no estaba, nuestras caras de cansancio y el desplante nos avisaba que había empezado la aventura…
Cuando empezamos a mirar vuelos (con mucho tiempo de antelación) mirábamos paquete de ocho días en el que ofrecían a Varadero y la Habana por cantidades exorbitantes y en el que solo me ofrecían dos sitios para conocer, mientras mi curiosidad iba más allá de dos lugares…
Así que por un tiempo con una guía en mano e Internet, nos fuimos montando aquel viaje. Lo primero fue el billete que lo conseguimos a muy buen precio en la pagina de Terminala, luego un coche que contratamos desde aquí y por último tres guías, si, así como leen, tres!!... cada una tenía su punto de vista y no tenía intenciones de perderme ninguno!.
Así como tres guías éramos tres tripulantes para esta aventura… mi compañero de viaje, una amiga del trabajo y yo.
Meses previos a la partida, varios conocidos nos hablaban de que en Cuba muchos cubanos tenían habitaciones que alquilaban, así que conseguimos un contacto para nuestras primeras dos noches en la Habana, las siguientes noches eran parte de la aventura…
En el avión conocimos una chica cubana, muy divertida por cierto, que nos dió varias indicaciones, entre ellas puedo citar:
-“no mi amor, yo que tu cojo a mi marido muy bien de la mano por que las cubanas son peligrosas”
- “los cubanos son maravillosos, pero mucho cuidado que hay mucho jinetero suelto!”
Con estas indicaciones solo me quedé con la primera… jajajaja… es broma.
Tras catorce horas de viaje y sin dormir nada… llegamos a la Habana con la dirección de aquella señora que nos acogería en su casa, tocamos su puerta y lo único que sonaba al otro era una escandalosa perrita que avisaba que había visitantes…
Estábamos en la Habana centro, en una calle cuyo pavimento estaba en un estado deplorable, los edificios sin pintar y un calor aterrador. Los vecinos salían a mirar a través de las ventanas destruidas, curioseando sobre los nuevos inquilinos, la calle estaba un poco desolada, tres mochilas con nuestras ropas y otra maleta con ropa y zapatos para regalar… de pronto una señora nos dijo que la dueña de aquel lugar no estaba, nuestras caras de cansancio y el desplante nos avisaba que había empezado la aventura…
Herminia, así se llama, la señora que nos dijo que la dueña de la casa no estaba, es una mujer de estatura mediana, tez blanca y de ojos con mirada humilde, llevaba una bata de tela fina, de colores muy opacos producto de tantas lavadas, sabrá Dios cuantos años lleva usando aquel sencillo atuendo, se ofreció a que guardásemos las maletas en su casa mientras dábamos una vuelta…
Particularmente a mi no me importaba, cogí mi cartera, la cámara de fotos y dejé todo allí, si regresaba y no encontraba nada por lo menos tenía dinero y mi pasaporte, ah! Y la cámara.
Particularmente a mi no me importaba, cogí mi cartera, la cámara de fotos y dejé todo allí, si regresaba y no encontraba nada por lo menos tenía dinero y mi pasaporte, ah! Y la cámara.
Dimos una vuelta por la calle Hamel, que quedaba justo detrás de nuestra “supuesta” residencia. La calle Hamel es un rincón muy colorido cuyos edificios están pintados con murales alusivos a la religión afrocubana… haciendo tiempo nos acercamos al Malecón
y llegamos caminando hasta el Hotel Nacional… con la incertidumbre de las maletas y alojamiento… pensábamos que siempre a última hora podríamos alquilar un hotel.
Tras nuestra vuelta, llegamos a la casa y si!, había gente, aparte de la escandalosa perrita, estaba Ana (la dueña) una señora muy bien arreglada y simpática, así que fuimos en busca de nuestras pertenencias y la Señora Herminia nos las devolvió amablemente, quisimos darle algo de propina y la rechazó con un no rotundo… me sentí inmensamente agradecida.
Después de la ducha y casi veinticuatro horas sin dormir, nos fuimos a nuestra primera noche de fiesta. La misma Ana junto a su “yerno” que ya no era yerno porque se había divorciado de su hija, pero que mantenían la relación de familiaridad (ya me habían dicho que los cubanos eran muy familiares), nos llevaron a la Floridita, un salón de baile, del Hotel la Florida, un antiguo palacio restaurado de 1835. Allí pedimos unos mojitos y empecé a disfrutar de la música cubana… una de las cosas que me sorprendió aquella noche, fue ver a tantas chicas extranjeras (Alemanas, Suizas, Canadienses, etc…) bailando una perfecta salsa junto a cubanos…
y llegamos caminando hasta el Hotel Nacional… con la incertidumbre de las maletas y alojamiento… pensábamos que siempre a última hora podríamos alquilar un hotel.
Tras nuestra vuelta, llegamos a la casa y si!, había gente, aparte de la escandalosa perrita, estaba Ana (la dueña) una señora muy bien arreglada y simpática, así que fuimos en busca de nuestras pertenencias y la Señora Herminia nos las devolvió amablemente, quisimos darle algo de propina y la rechazó con un no rotundo… me sentí inmensamente agradecida.
Después de la ducha y casi veinticuatro horas sin dormir, nos fuimos a nuestra primera noche de fiesta. La misma Ana junto a su “yerno” que ya no era yerno porque se había divorciado de su hija, pero que mantenían la relación de familiaridad (ya me habían dicho que los cubanos eran muy familiares), nos llevaron a la Floridita, un salón de baile, del Hotel la Florida, un antiguo palacio restaurado de 1835. Allí pedimos unos mojitos y empecé a disfrutar de la música cubana… una de las cosas que me sorprendió aquella noche, fue ver a tantas chicas extranjeras (Alemanas, Suizas, Canadienses, etc…) bailando una perfecta salsa junto a cubanos…
8 comentarios:
Cuba es lugar de encuentros y desencuentros, yo no he estado pero me han dicho de todo, desde que es hermoso hasta que es feo, así que nada, ahorraré y me iré...
Besicos
Pues a mí me encantaría ir así como tú, un poco a la aventura, nada de pack de hotel y sólo ver lo que ven todos... deseando ver la segunda parte!!! Un beso!
y has visto a fidel con su chandal? jejeje
muaks
La mejor manera de conocer un lugar si señora.
Un abrazo
De la manera que lo cuentas, me parece que yo también vengo con vosotros....
Seguiré la aventura, porque parece muy interesante!!
Un abrazo.
Qué interesante esta primera entrega, me he quedado con ganas de más, de conocer todo el viaje, todo lo que os encontrasteis por allí, la gente que habéis conocido...
Qué buena idea hacer un viaje de este tipo y nada de "hotel con todo incluido". Tuvo que ser una gran experiencia.
Cuéntanos más!!!!
Bueno, y por lo que se ve, el primer día no hubo mucho peligro entonces con las cubanas, no? ;)
Espero impaciente la continuación del viaje...
Un besazo primor!
Nany! Te dejo la respues a tu pregunta en mi blog aqui:
De Carúpano a LA ENTRADA de Playa Medina ponle como una hora... de ahi hasta la playa nosotros tardamos como 45 minutos, parándonos muchisimo a tomar fotos y beber ron =) la via esta malísima, pero si van despacio cuaquier carro pasa.
Suerte!
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