El año pasado mi Navidad tuvo una transformación VITAL, de entre tantas transformaciones que han sufrido mis navidades a lo largo de mis años…
El tener a mi hija me hizo ver la Navidad con los ojos a través de su inocencia, me lleno el alma de infancia, de niñez… así que pasaba todo el día cantando villancicos Venezolanos y escuchando gaitas… y aunque ella solo contaba con cuatro meses, sentía que si mi alma estaba impregnada de aquella alegría, seguro ella sentiría esa misma energía…
Me embarqué en el proyecto “mis primeras hallacas”… no, porque las haya hecho yo, pero me quedaron de “rechupete” (modestia aparte). Pienso que el amor y el esmero se reflejan en el sabor de la comida… Àfrica fue compañera fiel de dos tardes de tender hallacas…
También sufrió una tarde de tortura de sesión fotográfica para hacer la postal de Navidad… en aquel entonces a penas se sostenía sentada y solo sabía hacer “bombitas” con la boca…
Este año, me embarqué en el proyecto “Navidad de mi hogar”. El uno de Diciembre me desperté con ilusión para hacer los adornos del árbol de Navidad de casa.
Días antes, con el proyecto en la cabeza iba recopilando ideas en mi página de “pinterest”. Una vez con las ideas claras, comencé haciendo patrones, cortando telitas, y en los ratitos que tenía iba haciendo alguna cosa… teniendo cuidado que Àfrica ( ahora con 15 meses) no se diera cuenta de lo que hacía para que no se antojase de jugar con agujas e hilos…
De todas formas también la quise hacer partícipe de la decoración, así que tomé su manita para estamparla en algunas bolas del árbol. Algunos deditos incluso, sirvieron para ser de molde de muñecos de nieve “vestidos por mi”…
Disfruté mucho aquel momento, ver su carita asombrada con la mano pintada, y luego estampada en una bola…
El día de montar el árbol, disfruté mucho de su compañía y curiosidades… por supuesto me tome toda la calma y para no olvidar ningún detalle, me hice con mi cámara desde el primer momento… lo primero como siempre, es hacer prueba de luces… en aquel momento enloqueció, no se podía creer lo que estaba viendo, así que se adueñó del circuito de luces y lo hizo su collar, su hilo de juegos y lo iba arrastrando hasta donde llegase… se convirtió en el árbol de luces más hermoso que mis ojos habían visto nunca…
Después de unos días, cuando las luces del árbol encienden la oscuridad, disfruto verla sorprenderse del movimiento de las luces y verla dirigirse directo al árbol a mirarlo… es como un hipnotismo momentáneo… disfruto ver a mis amores sentados a la distancia mientras juegan y las luces titilan al ritmo de la ilusión… mientras aquella imagen pasa a través de mi retina para llevarla a mi cerebro e impregnar mi mundo de alegría, y guardar aquel recuerdo en un rincón de esos que son para toda la vida…
Después de estos quehaceres navideños me tomo mi tiempo para disfrutar de un poco de café y dulce caramelo con sabor a Amor y en compañía del bebe que vienen en camino…
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