Lenguaje de viajando conmigo

Siempre me ha gustado el lenguaje de la palabra escrita, de las imágenes que rondan el mundo en silencio, del amor que se expresa con dulzura, de los pinceles que difuminan colores a través de las almas, de las sensaciones de los olores cuando se cierran los ojos, del roce de la persona amada… Viajando conmigo es una bitácora por el mundo de mis sensaciones… me acompañas?

Solo puedo decir que cada nuevo destino con billete de vuelta, me enseña un pedazo de mi que desconocía.


Beng Mealea (Camboya)

Aquella mañana nuevamente nos levantamos muy pronto, tras la aventura y el calor del día anterior, íbamos equipados con agua y pañuelos de papel para disipar la sed y sudor típicos de esos días húmedamente acalorados.
El destino; Beng Mealea, ubicada a 80 Km de Siem Reap, es una zona de templos invadidos por la vegetación y que aún están sin restaurar.
Los 80 km se convirtieron en una hora y media de viaje por un camino de tierra complejo y curiosamente limitado por estacadas de seguridad. Detrás de las estacas y alambres había letreros que dibujaban una calavera y algunas letras. Tras preguntar al guía, nos comento que eran terrenos con minas antipersona.
En aquel momento me quedé pasmada, pensé en los pequeños caseríos que habían alrededor de aquellas zonas, solo les separaba un alambre… no se cuanto era el radio de protección…
Tras la guerra de Camboya que curiosamente terminó hace muy poco (1999 aproximadamente) se dejaron sembradíos de minas en los campos, y actualmente con la colaboración de Francia e Inglaterra se empiezan a sanear algunas zonas. Mientras escuchaba la historia “resumida” de la guerra y los Jemeres rojos junto a toda la destrucción que han dejado a su paso, por mi mente pasaba la cantidad de niños que había visto en mi camino. Fue entonces cuando admiré aún más el carácter camboyano, no entendía como una gente tras una guerra tan reciente era tan amable y sonriente, en sus ojos y aptitud había suma humildad…
Llegados al destino la primera visita fue al templo de Ko ker una zona destruida por el tiempo, se dice que había más de cien templos en la zona, así que emprendimos una visita por el interior de las ruinas, pasamos entre escombros, pasillos oscuros y algunos pequeños obstáculos.


La zona estaba llena de escombros, pero cada uno de ellos con un encanto diferente… lleno de texturas, coloridos, relieves, dibujos y hasta escritura.



A la salida visitamos otro templo en el que nos conseguimos una simpática amiguita muy colorida y peligrosa…
Una vez más al coche y de visita a otro templo, en este caso había un edificio en cuyo interior se mostraba la adoración de una deidad en forma de falo, tal como en los templos de Angkor

Terminada aquella visita llegó la hora de la comida, que una vez más la compartimos junto al guía y chofer del coche. Levantados de la mesa fuimos a visitar la pirámide de 40 metros y allí bajo aquel sol ardiente emprendimos el ascenso de los empinados escalones hasta la cima.

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Tras la llegada y algunas fotos en la cumbre, empezamos el descenso. La cremallera del bolso de la cámara había quedado abierta por accidente y al inclinarnos para bajar vimos volar velozmente uno de los objetivos, nos quedamos parados mirando hacia el precipicio, viendo saltar entre escalones y piedras aquel objeto, él y yo nos miramos… se lamentó pidiendo disculpas por el incidente, solo me quedó decirle “tranquilo cariño, que más se perdió en la guerra, ojalá! que todas las cosas que perdiéramos fueran simplemente eso”.

Así terminaba nuestra visita por los templos de Siem Reap, a continuación de vuelta al hotel y al día siguiente de viaje a Phom Phem, capital de Camboya.

2 comentarios:

Carlota dijo...

¿Escombros? jo, yo quiero esos escombros para poner en mi jardín...creo que voy a dejar de venir a verte, porque me sigue dando muuuuucha envidia esos viajes que te pegas...y el bichito ese, peligroso? bueno, cielo, una con dientes largos te saluda...Besos.

Nany dijo...

Carlota, jajajaja que divertida!

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